¿Minutos de 61 segundos? ¡qué tontería! Todo el mundo sabe que un minuto tiene 60 segundos. ¿Seguro? ¿todos y cada uno de ellos tienen 60 segundos? ¿alguien pondría la mano en el fuego?
Pues no, no la pongáis. El último minuto de 2008 tendrá 61 segundos.
Y esto será así para corregir una pequeña anomalía entre los relojes atómicos y el tiempo astronómico, basado en la rotación de la Tierra.
Estos segundos —que reciben el calificativo de intercalares— se utilizan para mantener alineado el Tiempo Universal Coordinado (UTC) con las escalares astronómicas variables GMT y el Horario Universal (UTI).
¿Y esos horarios?
Hasta 1972 el tiempo se computaba en relación al tiempo solar medio medido en el Observatorio Real de Greenwich. Es el horario GMT (Greenwich Meridian Time), a partir del que se calculan los husos horarios.
El Horario Universal o UTI (Universal Time) es una versión moderna del GMT, que se calcula dividiendo una rotación de la Tierra en 86.400 segundos.
Pero ocurre que el planeta está desacelerando gradualmente, por lo que en en 1972 se adoptó un nuevo estándar, basado en relojes atómicos de alta precisión: el Tiempo Atómico Universal o TAI. Esta medición temporal es responsabilidad de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas de París. Así, se define en la actualidad un segundo como el equivalente a 9.192.631.770 oscilaciones de un átomo de cesio-133.
Nota sabionda: En 1972 se añadieron diez segundos intercalares al UTC y desde entonces se han añadido otros veintitrés segundos, la última vez a finales de 2005.
Nota sabionda: Un grupo de trabajo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones publicó el pasado junio un informe, según el cual la mayoría de los expertos está a favor de suprimir los segundos intercalares y añadir a cambio una hora cada seiscientos años. También propuso el cambio de sistema de medición, para que el tiempo se mida exclusivamente mediante las oscilaciones de un átomo de cesio en vez de hacerlo en relación a la rotación de nuestro planeta.
Nota sabionda: La precisión alcanzada con este tipo de reloj atómico es tan elevada que admite únicamente un error de un segundo en 30.000 años.
Pues no, no la pongáis. El último minuto de 2008 tendrá 61 segundos.
Y esto será así para corregir una pequeña anomalía entre los relojes atómicos y el tiempo astronómico, basado en la rotación de la Tierra.
Estos segundos —que reciben el calificativo de intercalares— se utilizan para mantener alineado el Tiempo Universal Coordinado (UTC) con las escalares astronómicas variables GMT y el Horario Universal (UTI).
¿Y esos horarios?
Hasta 1972 el tiempo se computaba en relación al tiempo solar medio medido en el Observatorio Real de Greenwich. Es el horario GMT (Greenwich Meridian Time), a partir del que se calculan los husos horarios.
El Horario Universal o UTI (Universal Time) es una versión moderna del GMT, que se calcula dividiendo una rotación de la Tierra en 86.400 segundos.
Pero ocurre que el planeta está desacelerando gradualmente, por lo que en en 1972 se adoptó un nuevo estándar, basado en relojes atómicos de alta precisión: el Tiempo Atómico Universal o TAI. Esta medición temporal es responsabilidad de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas de París. Así, se define en la actualidad un segundo como el equivalente a 9.192.631.770 oscilaciones de un átomo de cesio-133.
Nota sabionda: En 1972 se añadieron diez segundos intercalares al UTC y desde entonces se han añadido otros veintitrés segundos, la última vez a finales de 2005.
Nota sabionda: Un grupo de trabajo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones publicó el pasado junio un informe, según el cual la mayoría de los expertos está a favor de suprimir los segundos intercalares y añadir a cambio una hora cada seiscientos años. También propuso el cambio de sistema de medición, para que el tiempo se mida exclusivamente mediante las oscilaciones de un átomo de cesio en vez de hacerlo en relación a la rotación de nuestro planeta.
Nota sabionda: La precisión alcanzada con este tipo de reloj atómico es tan elevada que admite únicamente un error de un segundo en 30.000 años.
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